martes, 24 de julio de 2012

Lo adorable no quita lo cortes

¿No es adorable?— Sonreí, pensando en lo divertido que sería tener mis propios hijos. —Quisiera que el helado me hiciera así de feliz. Se inclinó hacia mí y sonrió. —Tal vez no has probado el sabor correcto. Escalofrío corrió por mi espina dorsal, junto con una oleada de calor en mi rostro, mientras encontraba mi propio significado en secreto, de su comentario.

Entonces me enderecé, recordando que este magnífico hombre estaba aquí para comprar joyas de mujer. Él no tenía un anillo de bodas, pero, obviamente, tenía una persona especial. Chica con suerte. —¿Hay algo en particular que estés buscando? —Honestamente, no había estado buscando—. Él se inclinó hacia abajo y estudió algunas de las piezas de plata esterlina y amatista, en serio. —Pero cuando vi tu puesto, sabía que tenía que venir. Mi corazón se apretó.

¿Este hombre había decidido de forma espontánea, buscar un regalo para su novia? Todo lo contrario de mis ex novios que, incluso para un día de fiesta o un cumpleaños, siempre esperaron a último minuto para comprar un regalo. —¿De dónde eres?—, le pregunté, aunque tenía que ver más con curiosidad, que con completar la renta. —Seattle—. Levantó un brazalete de plata y topacio… una pieza de mis favoritas... y la examinó. —Bueno, yo solía vivir allí. Parece como hace eones, pero mis amigos y yo salíamos a Whitefish cada vacación de verano para esquiar. El lugar ha crecido un poco—. Él me miró, y luego tomó mi mirada. — Mejorado, diría yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario